sábado, 5 de junio de 2010

Voy aunque me quemes, fuego...

Lo abstracto es natural. Puedo aceptar que ¨para siempre¨ sea consecutivo.
Me daré un baño de licor, tierno aroma a placeres. La risa atolondrada se embriaga y me embriaga, es como danzar sin dar jamás un paso en falso.
Las pupilas son ahora dos faroles que emanan una tenue luz: por momentos, intermitente, por momentos, imperceptible. Por fin siento que no necesito nada más de lo que tengo.
Hace calor en mi cuarto, por lo que procedo a quitarme la ropa. a cada segundo el aire me cobija; se vuelve piel, escamas, aire y otra vez es un viaje en tren, a las tres de la tarde, con destino final el polo norte. Viaje de verano, estación: canícula.
Estoy desnuda.
Camino por los pasillos interminables de la biblioteca de Babel. Los recorro en busca del código maestro, de la llave que me permita ser quien contenga todas las claves y todos los secretos de todos los tiempos pasados, de los presentes y de los venideros. Ambiciono ser todos los idiomas, todas las voces y todos los personajes. Soy consciente de que con ellos, también me invadirán sus errores, sus defectos y sus fracasos Estoy acostumbrada.
El mundo me adorna con blasfemias. Estoy harta de ver mi rostro colgado en las paredes de las calles, con letreros obscenos y repugnantes, acusándome de ser quien ha librado las plagas y los males que se esparcen entre los seres que me rodean.
La subjetividad es mi fiel amiga, y juntas, a cada paso, absorbemos cantidades inconmensurables de la vorágine se Buenos Aires, y de sus lechos de muerte callejera.
Me cuesta abrir los ojos y lo hago poco a poco, no sea que aun encuentre tu nariz pegada al cristal empañado de mis necesidades básicas, y no tenga remedio más que abrirte las puertas de mi corazón, para que por fin extrañes el sabor de mi sonrisa en tus labios.

Atame con nylon, que soy un espécimen duradero.




No hay comentarios: