sábado, 5 de junio de 2010

Abril, vestida de terciopelo azul.

Abril colecciona cualidades, obsequia desamores y expone sus miserias con orgullo y pesimismo. Le gusta comer atún con los dedos, y chuparse los codos de impaciencia.

A veces escucha pasos que suenan y resuenan como tiempos grises. No le agradan los relojes de arena, no los comprende, no los aprende, no los disfruta. Si disfruta, en cambio, como roza el aire en la muerte, como el agua brilla como un diamante loco.
A Abril siempre se le escapa la tortuga (bien vale aclarar que esto, solo sucede en su imaginación, puesto que su padre no le deja tener una tortuga porque dice, están por extinguirse). Abril piensa y despiensa rumores de gente grande, nunca ve sombreros donde hay boas cerradas o boas abiertas, no pregunta banalidades ni sobreentiende situaciones. Abril siempre pregunta… (¿Q hora es?)… Siempre da explicaciones, siempre tiene sueño…Tiene frío…Languidece.
Grita con vehemencia para ahogar los ecos de la voz de su conciencia. Miente y oculta. Distinto y diferente. No olvida, porque le parece una aberración.
Abril considera que, de vez en cuando, es de buen samaritano compartir el chocolate. El dulce de leche la empalaga y las orejas son su fetiche favorito…arrastran sus cosquillas hasta el nirvana.
La vez pasada, cuando caminaba por Plaza Francia, quiso comprar una pulserita con cascabel, pero no se fabrican de su talla… es tan pequeña que parece gigante. Estrella.
Cuando Abril esta de buenas, es la mas mala de todas. Se caen pedazos de nube y flotan hedores que habían estado encadenados hasta entonces. Abril nunca gusto de compartir, mucho menos lo que no posee, pero si la domesticas, huele a frutillas con crema…
Intransigencia, maleabilidad, escasez de razón. Cualidades que se potencian en la mente de Abril. Una comuna de gentes y otras especies coexisten en su cabeza. Porque Abril son 5, son 13, son innumerables vestigios de personalidades distintas, indistintas…diferentes (que no es lo mismo todo que nada).
Abril no tiene amigos, no. Tiene conocidos, reflejos en algún que otro espejo sucio, por demás (otra vez). Tiene ramificaciones extensísimas de sus otros yo. Tiene camaradas. Confesarlos, seria tan obvio como admitir que se roba los amuletos de los supermercados mayoristas. Le gusta viajar en subte y le da miedo a la vez. La oscuridad, el encierro.
Se desdobla para sus adentros y se presenta ante el exterior como otra persona. Con otro nombre, otra cara, otro pelo. Mira de reojo e inspecciona peculiaridades. La ofusca que ciertos ojos, escudriñen su persona como si se tratara de un escarabajo multicolor con 19 patas, 6 cabezas y 1333 mil cucarachas colgadas de sus músculos.
Abril lleva infinitas cosas a cuestas, a veces le pesan, a veces no. Descansa, pero no se deshace de ninguna. Abril es una “hucha”, como le decía su abuela, que también le decía “cielito” y “abuelita de la abuela”.
Se regocija mirando manos de hombres que, generalmente, no le apetecen.
Ya no lee a Agatha Christie, ahora lee Historias de Cronopios y de Famas.
Adentro de un libro es donde mas cómoda se siente. Le gustan palabras que al mundo le perecen ordinarias, le resultan sonoras, palabras que van para atrás, aunque ella crea de manera ferviente que cuando de palabras se trata, no se retrocede ni un paso. Es irónica, o sarcástica, o complicada, o compleja, o estupida. Es todo eso junto, mezclado. Es todo y nada, pero es nada, mas que otra cosa. Y le encanta ser más que eso.

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