sábado, 5 de junio de 2010

Huyendo


El mar sangra profundidad, oscuro. A lo lejos, se encienden las llamas de un agujero infinito, ausentes claroscuros lo inundan y lo pierden. Parecido a lo que sentí la otra noche, cuando no tuve noticias tuyas...
Hace frío, me tiemblan las manos y, mientras venía para acá pensaba en que tus actitudes me consumen...
El insistente, penetrante sonido de una alarma delatora suena dentro de la lejanía, en algún lugar escondido de mi. Suena de manera tan contundente que me hará estallar los nervios en la próxima semana. Trazos de nervios que se esparcirán por este aire congelado, que sabe a cuchillo filoso.
Quisiera poder escribir una carta y dormirme con ella, para que nunca se me olvide que sé escribir, dando por tierra con cualquier metodología.
El espacio se satura de sueño.

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