viernes, 5 de octubre de 2007


°... What´s this?...°
*Una serie de eventos desafortunados que se apilan sobre un estante invisible. Una cartulina manchada de música para no soñar. Una lágrima de hiel que se derrama como aceite y quema la piel, ahí donde no se recupera la forma y la cicatriz perdura a través de los años. Para no olvidar que el pasado fue real, ¡ja! como si pudiera olvidarlo...

Echo de menos nuestros almuerzos en el Parque Lezama, me hacen revivir lo felices que fuimos en ese tiempo. No soy buena hospedando a la nostalgia, porque en vez de cobrar por los servicios prestados, soy yo la que desembolsa una cuota de esperanza sobre la mesa de la cocina. La estufa ya no emana calor, en señal de protesta por mi absoluta falta de atención hacia ella. Observo lo pálido de mis manos.

La bicicleta con la que me ensucié de verdín un verano, hace bastante tiempo, yace dormida en el patio de alguna otra casa, lejos de mí. Infinitas veredas que hacen ruido. Timbres que juegan al ring raje y escondites que hacen trampa jugando a las escondidas. Me enredo con el elástico que me delata, por mala compañera, por egoísta. El chico que me gusta. La chica que gusta del chico que me gusta. Mis diecinueve años. Las tardes en las que, de regreso, adivinaba su figura menuda a lo lejos, esperándome. El chico al que le quebré una pierna cuando lo tiré de la bicicleta. El colchón enorme que nos recibía muy cortés, en nuestro descenso desde el primer piso, en la "casa de las chicas de enfrente". Las veces que cantamos sentados en la mesa de afuera, cagados de frío. La vez que escuché la vida por primera vez. Un sueño, que fue el mismo que me dijo que quizá te estaba queriendo demasiado. Los cuadernos que me soportan desde que tengo uso de razón, desde que aprendí a escribir mi nombre. Esa es la relación que jamás me defraudará: la que tengo con el lenguaje. Porque el papel no me mira de reojo, no me condena cuando lo tiño de carmín, no me juzga por ello. No me señala con el dedo si le cuento que hablamos por teléfono y se me entrecortaba la voz, no se sonroja. No le interesa si escribo con faltas de ortografía, o utilizando de manera incorrecta los signos de puntuación. El papel existe junto con mis necesidades básicas, sobrevive conmigo a cualquier tempestad.La puerta se abre cada dos segundos y el aire que se cuela por la abertura me congela por demás. Las piernas hechas calambre, el chocolate que quisiera comer. Las ganas morbosas que tengo de verte... Aunque tu existencia me vuelva infrecuente.


° .leyOn. °


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