viernes, 14 de agosto de 2009

Remasterizacion...


La cena, el pan. La gente, lo que piensa. El invierno, los automovilistas, las cuevas, los parpados, los nombres. El agua. Las necesidades nocturnas. Los espacios en blanco. El hormigueo de las treminaciones. Las instrucciones para llorar, para subir una escalera, para andar en monociclo. Las manifestaciones. El orgullo. Los miedos. Las amenazas. El amor. La añoranza. La lejanía. El estupor. Las marcas. El frío. Las ausencias. Los disparates dichos y cometidos. La ropa interior. Los lazos emocionales...

Las autopistas. Los puentes. Las rutas aereas. Los husos horarios. Los idiomas. Las etnias. Los cumpleaños. Las masacres. La maldita indiferencia. Las enfermedades. Los caminos. El sendero. La distinción entre distinto y diferente. La diferencia entre diferente y distinto. Los tesoros personales. Los bienes ganaciales. La economía subdesarrollada de mierda que tenemos los argentinos (pobre de nosotros). Los ilusos. La hoguera, la horca y la guillermina. Las marquesinas. Las gargolas del siglo XIX antes de Jesucristo nuestro señor. Las malas palabras. Las personas, los rostros inexpresivos. El ceño (mi ceño) siempre fruncido. Las venas maltrechas. Los pasos. La rutina. Las sabanas nuevas (bordo, hermosas). Los adverbios. La coherencia. La cohesión. Los sintagmas. Los análisis estructurales. Las monografías. La ópera. Las planificaciones. La literatura española de principios de siglo. Los cuentos fantásticos. El tedioso diccionario Vox de Latin-Español. El tiempo que paso desde la última vez. La forma en la que tacho las palabras. Las uñas. La contución craneana consecuencia del golpe de la otra tarde contra el marco de la puerta del baño (más el dolor infinito, lo verde de la piel circundante y el morado del sitio exacto de la colición). La música en mi idioma. La perspectiva. El futuro mediato. La familia que quiero construir. El cangrejo más lindo del mundo y las ganas tremendas que tengo de abrazarlo.

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